viernes, 17 de junio de 2011

17 de junio, día mundial de lucha contra la desertificación y la sequía

¿Qué es la desertificación?

La desertificación consiste en una degradación persistente de los ecosistemas de las tierras secas producida por las variaciones climáticas y la actividad del hombre. Está presente en todos los continentes (salvo en la Antártida) y afecta al medio de vida de millones de personas, entre los que se encuentran buena parte de los pobres que viven en las tierras secas.  
La Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (UNCCD) define este proceso como «la degradación de las tierras de zonas áridas, semiáridas y subhúmedas secas resultante de diversos factores, tales como las variaciones climáticas y las actividades humanas». Por su parte, la degradación de las tierras se define como la reducción o pérdida de productividad biológica o económica de las tierras. 
Las tierras secas, que suponen un 41% de la superficie terrestre del planeta, albergaban en el año 2000 a un tercio de la población humana, es decir, 2.000 millones de personas. 
Los servicios de los ecosistemas son los beneficios que el hombre obtiene de los ecosistemas; por ejemplo, cosechas, forraje y madera. En las tierras secas, la producción de estos servicios que proporcionan los ecosistemas está limitada por la escasez de agua. La reducción sustancial y persistente de la oferta de dichos servicios, que está provocada por la escasez de agua, el uso intensivo de los servicios y el cambio climático, supone una amenaza mucho mayor en las tierras secas que en el resto de sistemas. Las zonas más vulnerables a la desertificación son las tierras secas subsaharianas y centroasiáticas. 
La desertificación se produce como resultado de un desequilibrio a largo plazo entre la demanda de servicios de los ecosistemas por parte del hombre y lo que los ecosistemas pueden proporcionar. En la actualidad, existe una presión creciente sobre los ecosistemas de las tierras secas en cuanto al suministro de servicios como la alimentación, el forraje, el combustible, los materiales de construcción y el agua, que es necesaria para el hombre, el ganado, el riego y el saneamiento. Este incremento se atribuye a una combinación de factores humanos (como la presión demográfica y el modelo de uso del suelo) y climáticos (como las sequías). Aunque la interacción de dichos factores a escala mundial y regional es compleja, sí es posible entenderla en la escala local. 
Aproximadamente entre el 10 y el 20% de las tierras secas se encuentran ya degradadas y, de no tomarse medidas al respecto, la desertificación pondrá en peligro futuros avances en el bienestar humano y posiblemente hará perder el bienestar ganado en algunas regiones. Por todo ello, la desertificación es en la actualidad uno de los mayores desafíos medioambientales y un obstáculo de primer orden a la hora de satisfacer las necesidades básicas del hombre en las tierras secas. 
La Asamblea General de Naciones Unidas designó, en 1994, el 17 de Junio como "Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía". Este día marca el aniversario de la adopción de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación.

Es un fenómeno global relacionado con la degradación de tierras productivas en zonas secas, principalmente a causa de una mala o excesiva utilización de ellas por parte de los seres humanos, lo que combinado con los fenómenos climáticos naturales, puede provocar daños a la naturaleza al punto que ésta se torna incapaz de sostener la vida o de regenerarse. Aunque se produce principalmente en zonas áridas o semiáridas, hoy en día, debido a la fuerte intervención del hombre, se está manifestando en distintas zonas climáticas, incluyendo las áreas boscosas húmedas y sub-húmedas que no tienen nada en común con las zonas desérticas.

La desertificación es un proceso de degradación del suelo, por efecto directo de la acción humana. Entre las principales causas que la originan se encuentran: los cambios en el clima, la sobre explotación de los recursos hídricos, la agricultura intensiva, la tala indiscriminada de bosques, el sobre pastoreo, los incendios, la ocupación del suelo para construcciones urbanísticas y la erosión, entre otras. Debido a la pérdida de vegetación, provoca que algunas zonas sean más propensas a las inundaciones. También causa un aumento del nivel de salinidad del suelo, produciendo el deterioro de la calidad del agua e incrementando la carga de sedimentos en ríos, arroyos y presas.
Esta presente en muchas zonas del mundo, en total más de 110 países cuentan con tierras secas potencialmente amenazadas por la desertificación. Entre los continentes más afectados se encuentran: África, Asia y América Latina.